“Y yo os declaro, marido y mujer”. El cura levanta la mirada del libro y la dirige a Abel y a Carol. Ellos se miran emocionados. No eran ni las diez de la mañana y ya había empezado con las primeras fotos. Aquella casa rebosaba de actividad, alegría y nervios. Hay que saber estar en todos los momentos y lugares, pero pasando desapercibido. Como un espectador, sin interferir en el juego. Tengo la suerte de compartir momentos hermosos de la vida de otras personas. Siempre con respeto, tras la cámara. Emoción. Sentimiento. Vida. Movimiento. En una fotografía intento transmitir todas las posibilidades que encierra. El pasado, el presente y el futuro.
Carol está radiante, preparada para ese día. Mientras la están pintando, me dice: “!Estoy deseando que llegue ese momento¡”. Y el momento ya ha pasado. A la salida de la iglesia los familiares, amigos y vecinos están felices y les reciben con gritos de “Vivan los novios¡, ¡Vivan¡”